Stefany García Téllez

El reto de comunicar datos geoespaciales

Cuando el dato necesita una voz

Los datos geoespaciales son un insumo fundamental para la gestión territorial, la planificación del desarrollo y la formulación de políticas públicas. Sin embargo, comunicar estos datos –traducirlos, narrarlos, darles vida y hacerlos atractivos para el lector– ha sido el desafío de los últimos cuatro meses.

La información geoespacial es compleja por naturaleza: exige capacidades técnicas, formación, metodologías rigurosas y marcos institucionales que no siempre resultan familiares para quienes toman decisiones, y mucho menos para el ciudadano de a pie. Por eso, la comunicación se convierte en un puente indispensable entre el dato y la acción.

En The Power of Maps, Denis Wood recuerda que los mapas –y, por extensión, los datos geográficos– “no solo representan la realidad, sino que la construyen” (Wood, 1992). Esta idea que se trae a colación del autor ha acompañado todo este proceso: comunicar datos geoespaciales no es únicamente publicarlos, sino ayudar a que las personas comprendan qué significan para su vida, para su territorio y para su futuro, cómo a través de ellos pueden tomar decisiones informadas. Eso exige claridad, sensibilidad y un entendimiento más profundo del contexto.

Aterrizar en un ecosistema técnico con una estructura comunicacional incipiente

En julio de 2025 se encontró un ecosistema altamente técnico, robusto en metodologías, visores, estándares y procesos, pero con una estructura comunicacional aún incipiente. Había mucho conocimiento, pero muy poco había sido traducido en narrativas accesibles; y ese desafío –aunque se ha avanzado– sigue siendo parte del camino.

Ese desbalance entre producción técnica y comunicación hace consonancia con Jesús Martín-Barbero: las evocaciones que solían hacer los profesores de facultades de Comunicación Social-Periodismo hace más de 15 años y a sus profundas reflexiones sobre la mediación cultural del conocimiento.

En De los medios a las mediaciones, Martín-Barbero advierte un desplazamiento del discurso hacia una mirada excesivamente técnica: “Desde mediados de los setenta se abre paso otra figura precedida de este discurso: ‘Ya está bien de ideología y de denuncias, seamos serios y empecemos a hacer ciencia’. Entramos así en la segunda etapa que podemos denominar cientifista, ya que en ella el paradigma hegemónico se reconstruye en base al modelo informacional y a un revival positivista que prohíbe llamar problemas a todo aquello para lo que no tengamos un método”. (Martín-Barbero, 1987, p. 222).

Ese “paradigma cientifista” del que habla Barbero destaca el reto que enfrentaba la ICDE: un modelo técnico impresionante, pero una dificultad para convertirlo en digerible para todos los públicos. La comunicación debía convertirse, entonces, en una mediación que permitiera humanizar lo geoespacial, abrirlo, narrarlo, ponerlo al alcance de las entidades estatales, entes territoriales, académicos y comunitarios. Y, sobre todo, hacer de la ICDE algo más que una infraestructura: una red de colaboración, un proyecto comprensible y cercano.

Construir una estrategia: la vía estratégica 9 “Comunicación y Compromiso” del PEIGN

La incorporación de esta vía estratégica no surgió de la nada: Colombia adaptó su enfoque de comunicación geoespacial directamente de las orientaciones del Marco Integrado de Información Geoespacial de las Naciones Unidas (UN-IGIF, 2023), cuya Vía Estratégica 9 –Communication and Engagement– establece que ningún programa geoespacial puede sostenerse sin construir relaciones efectivas, confiables y colaborativas con sus partes interesadas.

Como señala el propio marco, “identificar a las partes interesadas, lograr su compromiso y desarrollar una comunicación estratégica es esencial para ofrecer con éxito arreglos de gestión integrada de la información geoespacial”.

El Plan Estratégico de Información Geográfica Nacional (PEIGN 2024-2027) retomó esta visión y la aterrizó al contexto colombiano: mapear y entender quiénes son los actores, cómo se relacionan con los datos geoespaciales, qué necesitan y qué pueden obtener de los mismos. Esta adopción no fue meramente formal, supuso reconocer que la apropiación social del dato y su traducción en confianza pública, colaboración interinstitucional y decisiones mejor informadas, solo es posible si la comunicación se entiende como un componente transversal de la infraestructura geoespacial, no como un anexo.

Así es como esta vía se diseñó para fortalecer la apropiación social de la información geoespacial, medir sus avances y resultados, comunicarlos y consolidar una cultura del dato en el país, con cuatro proyectos:

P1. Caracterización de Actores

P2. Plan de Uso y Apropiación

P3. Estrategia de Participación

P4. Sistema de Monitoreo

Resultados tangibles: crecimiento, educomunicación y comunidad

El crecimiento digital de la ICDE durante 2025 fue extraordinario. En tan solo cuatro meses, la red bandera de la Infraestructura –Instagram– pasó de 154 seguidores en julio a más de 900 en noviembre, un crecimiento del 83% y una tasa mensual del 48%. A noviembre, las publicaciones acumulaban más de 45.000 visualizaciones, 1.600 interacciones y un total de más de 1.000 nuevos seguidores en todas las redes (sumando X y el canal de Youtube).

Este desempeño reveló que sí existe una audiencia interesada en los datos geoespaciales y que la ICDE está conformando orgánicamente –sin un rubro destinado a pauta o publicidad– un nicho interesado en hacer parte del Ecosistema Digital Geoespacial, formarse y nutrirse de él.

La educomunicación se convirtió en la columna vertebral de la estrategia. Con esta definición de Ángel Barbas aterrizo este término tan utilizado en los últimos años: “La educomunicación es un campo de estudios interdisciplinar y transdisciplinar que aborda, al mismo tiempo, las dimensiones teórico-prácticas de dos disciplinas históricamente separadas: la educación y la comunicación. Es también conocida como educación en materia de comunicación, didáctica de los medios, comunicación educativa, alfabetización mediática o pedagogía de la comunicación, en el contexto iberoamericano, y media literacy o media education, en el contexto anglosajón”, (Barbas, 2012).

En síntesis de lo anterior, los videos (reels), los carruseles explicativos, las notas de prensa, las imágenes llamativas y las piezas educaomunicativas han venido fortaleciendo el aprendizaje, han incrementado los seguidores de esta comunidad y han generado también tráfico al portal ICDE, especialmente en los lanzamientos de cursos, webinars y espacios tanto híbridos, como presenciales. El equipo entendió que hay un público muy interesado en aprender a usar los datos geoespaciales y que la ICDE podía posicionarse como eje articulador.

En términos generales, los avances de la vía estratégica 9 durante 2025 evidencian un fortalecimiento progresivo de la relación entre la ICDE y sus distintos grupos de interés. En primer lugar, se consolidó un documento vivo de caracterización que reúne las necesidades y capacidades de los actores del ecosistema, insumo clave para orientar intervenciones pertinentes. En el ámbito digital, como se mencionó anteriormente, la comunidad mantuvo un crecimiento sostenido que consolidó la presencia y el alcance de la ICDE.

En paralelo, se implementó el esquema de monitoreo del PEIGN, apoyado en formatos estandarizados, repositorios documentales y tableros en Power BI, lo que ha permitido consolidar procesos de seguimiento más precisos y accesibles. Asimismo, se ha registrado un incremento en la participación y legitimidad de actores y comunidades beneficiarias, reflejado en una mayor apropiación de la información geoespacial. Finalmente, se avanzó en la puesta en marcha de tableros de control en el portal ICDE para el seguimiento en línea de planes sectoriales, fortaleciendo la transparencia y la trazabilidad de la gestión.

Como lo afirma Nicole Vaughan en Spacial Media, “Today, GIS is no longer just about mapping physical locations. It is a powerful platform for data visualisation, digital engagement, scenario planning, and community storytelling”. Esto adaptado al español indica que, “Hoy en día, los SIG ya no se limitan al mapeo de ubicaciones físicas. Son una potente plataforma para la visualización de datos, la interacción digital, la planificación de escenarios y la narración de historias comunitarias”. (Vaughan, 2025)

Comunicar datos geoespaciales implica asumir el desafío de articular lo técnico con lo público, lo científico con la toma de decisiones y la información con transformaciones reales en los territorios. La experiencia de 2025, y en específico, de los últimos cuatro meses, evidencian que, cuando la comunicación se integra de manera estratégica –basada en contenidos educomunicativos, claridad y evidencia– los datos dejan de ser insumos aislados y se convierten en herramientas activas para la gestión y la planificación de las comunidades.

Ese es, en esencia, el propósito de la ICDE: que la información geoespacial sea útil, comprensible y pertinente para todos los actores, que sea una fuente de información confiable para tomar decisiones que promuevan el desarrollo territorial. El reto persiste, pero también la oportunidad de consolidar un país que decide con datos y reconoce en la información geoespacial un bien público fundamental para su desarrollo.